16.3.09

anecdotario King Kirin


Ya no puedo mirar con inocencia. No me estoy alabando. Tampoco tirándome abajo. Solo declaro una obviedad, lector atento. Cuando alguien me habla, mas que escuchar la palabra que me dice, escucho las que no dice, me pregunto porque eligió esa en particular, hasta saco mis propias conclusiones de las que pueden venir.

Trabajo, ya le he dicho, en un restorán, donde la mayoría de la gente pasa mientras que yo quedo. Desde mi orilla lo que más hago, cuando me aburro, es mirar a los que pasan.

Ni bien abierto el salón se me sienta en una mesa una cincuentona, elige de la carta una botella de agua. Me pregunto si querrá hielo pero no puedo trasladarle la duda  porque cuando llego a la mesa ella duerme como deben dormir los ángeles, si los ángeles tuvieran una cartera para abrazar. Decido no molestarla.

Entra un viejito que pide una botella de vino, mientras espera, abre una carpeta de cuero que trajo con él, en el interior solo una foto de una mujer que sonríe. La ceremonia me anuncia que el tipo trae a comer con él la foto de la mujer que se le ha muerto. Se demoró nada más que la primera copa para contarme que vive fuera del país, pero que cada año, en esta fecha, vuelve a visitar la tumba de la mujer que falleció hace diez años.

-Este país da asco pero vuelvo por ella.- Sonríe a la fotografía. –Estoy el tiempo justo para ir a verla. Al día siguiente parto.

Mientras termina de almorzar no puedo dejar de preguntarme: ¿Cómo será cargar con la imposibilidad de vivir en la ciudad que guarda los restos de la mujer que amaba? Cuando no se puede manejar el odio es mejor depositarlo en algo externo, en algo que a la vez no se pueda matar. En una entidad.

De la otra mesa, despierta la señora, pide la cuenta y paga.

-Le pago porque cuando se me haga hora me voy. Ahora me sirvo la comida.

Sin embargo se acomoda y sigue durmiendo. Me siento en la obligación de decirle que esto es un tenedor libre, que si no se sirve no va a comer. Pero no se inmuta en este respecto.

Despido al viejo del problema no resuelto. Pienso que el amor es una cosa extraña, verdaderamente.

Mucho por un día, pienso para mí. Suficiente. ¿Será? Sucede que no. Tuve que soportar de un chino descerebrado un instante de lucidez. Si bien no la sacó barata, porque terminó con dolor de muelas, declaró que un soltero puede darse el lujo de malgastar la plata. Esto ante el simple acto de comprar una coca cola.

Soltero: a saber, un tipo que puede disponer libremente de su dinero, cosa que no le ocurre a un casado, que debe pactar con su mujer la forma de gastarlo.

Chino miserable y pollerudo. Buscaba más epítetos pero la mesa-cama me está llamando.

-¿Cuanto es, mozo?

-Usted ya pagó.

-¡Ah! ¡Qué inteligente de mi parte!

-Pero… Todavía no comió… acá tiene que servirse sola la comida.

-Ya se me hizo tarde. Me voy. Chau.

-Hasta la próxima.

Ahora si. Suficiente. 

1 comentario:

Unknown dijo...

me gustó.