22.10.08

una duda potente


No sé si entró agua en mi cerebro. No sé si produjo algún tipo de corto. No sé si eso puede ocurrir. Lo que sí sé es que la idea se presentó de repente. Aparentemente sin previo aviso ni citación alguna. Podría decirse que algo agitó mi cabeza como un cubilete y que algunas ideas que estaban ahí muy sueltas se ordenaron.
Es un razonamiento tan claro que me conmueve su belleza. Compacto, trasparente, sin grietas. Un diamante. Una piedra preciosa que podría arrojar a las sesudas cabezas de los que defienden a la matemáticas como una ciencia exacta. Hacer una digna defensa se las otras “ciencias”.
Pero resulta que tendría que empezar de muy atrás. Tendríamos que ponernos de acuerdos en tantas cosas que un pensamiento sencillo iría tomando forma de libro. Tomaría un tiempo que me da paja invertir en eso. Pero quiero que sepan que la tengo.
Hoy llovió lector atento. Para la próxima tormenta me compro una gorra.
El lenguaje no tiene quien lo defienda.

17.10.08

consideraciones húmedas acerca del amor


Está el vaso de agua y esta la lluvia. Distintos momentos del ciclo de un mismo elemento. Solo agua ¡verdad se ha dicho! pero una cae del cielo, lector atento.
La lluvia se parece al amor en eso de que si uno sale de la cueva, cuando el amor pase sí o sí se va a mojar. Tomando contacto con ella, la lluvia va a empapar. No hay forma. Permaneciendo en la cueva se podrá opinar… desde afuera, pero los que están mojados juntarán las yemas de sus cinco dedos solo para cuestionar al que opine seco.
Es cierto, inventados están ahí los miles de artilugios para no mojarse. Ninguno sirve al cien por ciento. Y si hubiera algo, sería tan incomodo, tan aislante que solo sería una cueva portátil o un impedimento para tocar a otro que es lo más divertido de participar de la tormenta… o del amor. Perdida de tiempo.
Ya bajo el agua cualquier certeza puede patinar porque el terreno se vuelve resbaloso, cuando no barroso. Es en vano maquillarse para una noche de lluvia. El agua todo se lo lleva. Tarde o temprano lo que uno es quedará expuesto a los ojos del otro.
Lógica imbatible que una lluvia es más grande que un solo hombre, e incluso que muchos hombres juntos. Pero cualquiera debe saber que no todos están bajo ella, y que no todos quieren estarlo. Aunque duela es así.
Abrir las manos intentando atraparla es un lindo juego inútil. Nada que hacer. Aprender que la piel es mejor que las manos es madurar. Aprender que con solo la piel no alcanza es madurar demasiado.
La lluvia también se acaba. Ya con el cielo limpio los que disfrutamos de estar mojados caminaremos al sol otro que se parece al amor pero de otra forma.
¡Rajos y truenos! ¡que cursi!


Inspirado en Matías caminador bajo la lluvia. ¡Pobre!

12.10.08

sobre grados

Siempre sobre todas las condiciones existen grados. Tomo, para decir esto, un solo hilo de un entramado complejo  con la única intención de hacer un poco de filosofía de dos pesos. Estoy interesado en discutir con cualquiera la importancia de los “grados”. Es que cuando es fácil en el humano servirse de palabras o expresiones cortas para definir a otro humano, los “grados” de vuelven importantes.

No voy a rasgarme las vestiduras, lector atento, y tampoco pretendo que usted lo haga. La generalización (de eso se habla aquí) es un habito de la pereza en el que también incurro. Pidiendo disculpas pero lo hago. Los argentinos, si somos apurados, usamos cuatro o cinco convenciones para opinar sobre un tercero, e incluso de un segundo en su propia presencia.

-Sos un buen tipo.

-Es una mala persona.

-¿Ese? Un pelotudo.

-Cuidate ¡es una hija de puta!

-Ni fu ni fa.

Con estas frases o variantes de las mismas se hacen catálogos completos de diversos ámbitos. Y hasta cierto punto funciona de acuerdo a la opinión que se tenga del que opina. Porque eso se suma a la hora de escuchar opiniones, sobre todos si tenés dos dedos de frente. Todos opinan de todos y lo que resulta peor, se deciden cosas de acuerdo a rótulos que se pegan en la frente de las personas.

Por eso los “grados” se vuelven decisivos. Usted sabe lector atento, como sabían los presocráticos, que una persona es en realidad una combinación espontánea de ciertas cualidades que lo impulsan a hacer lo que hace. Podría decir virtudes y defectos pero no voy a hacer juicios de valor ahora. ¿Quién soy? ¿Por qué hacerlo? Lo importante es que lo que hace uno ayuda a los de afuera a definirlo o a hacerse una idea de cómo es. Busque su biblia, “al árbol se lo conoce por sus frutos” (Mateo 7, 16).

Yo me arriesgo en decir que uno es, de acuerdo al momento y al ambiente, un poco de cada cosa. Un hijo de puta y un gran tipo pueden convivir en la persona sin que esta explote. Un entramado complejo ¿me entiende? Pero sigamos por el hilo que empezamos.

Un poco pelotudo no es lo mismo que muy pelotudo. Así lo asumimos. Un poco pelotudo puede ser hasta adorable pero el “muy” ya convierte en insoportable a cualquiera. Hasta los muy buenos son esquivados. De acá me sale decir que los grados son importantes cuando se habla de una cualidad de un prójimo. Lo veo como una obligación moral adjetivar cuantitativamente el sujeto.

Me gusta ver como algunas personas trabajan para atenuar una cualidad muy marcada. Sobre todo a los hijos de puta que cuidan al otro de si mismos. Los que me pagan la cuenta antes de empezar a comer por miedo a verse tentado a irse sin pagar. A los que cuando escuchan decir te amo nunca responden yo también. Los envidiosos que no se hacen regalos a si mismos. Es como cuando un pintor le agrega blanco a un color puro.

Trabajan sobre si mismo copiando el empeño de los escultores para quitar lo que sobra. Atado a los genes le viene la hijaputes pero se rinden a ella tomando recaudos. Algunos eligen lugares donde poder descargarse. Otros, personas con quien ser como son (¿Cuántas relaciones desastrosas se basan en este error?). Pulen. Como pulen los buenos para ser mejores, solo que empiezan a escalar desde más abajo. En un punto los respeto.

No me quejo si metiendo la mano en su jaula los osos me la arrancan. Será que pienso que uno tiene que ver bien. Que tiene que preguntar los grados cuando lo advierte sobre otro. Y sobre todo que escuchar las advertencias tácitas que una persona hace sobre sí mismo.

Yo sé que pareciera que estoy tratando de justificarme. Porque en mi trabajo, por ejemplo, me tienen por hijo de puta pero es que no me conocen. No hablo de mí. Hablo de otros que veo pasar allí. Por King Kirin pasa un  gran muestreo de la sociedad moderna todos los días que abrimos al público.

Ayer un pibe trataba de hija de puta a una piba. –Lo que me hiciste no tiene nombre –le decía –te creí y me cagaste.

Se levantó y se fue.

-¿Cuánto te debo? –Me preguntó ella –Yo nunca le dije que lo amaba –se justifico mientras buscaba la plata, sin que yo la interrogase, más hablándose a si misma que a mí.

Pensando en todo lo que ya dije solo pude decirle.

-Está todo bien, le fuiste leal. Vos serás un poco hija de puta pero él es un completo idiota.

 

10.10.08

tres corazones en la city


La foto la sacó Matias una noche que con Gabriela eramos tres corazones latiendo en Buenos Aires. Fuimos a cenar, la pasamos bien a pesar que nos atendieron mal, terminamos tomando café en una cervecería. Así somos.
La ciudad la adoptamos porque cada uno viene de otra parte.
¡Que mi memoria conciente guardará esta noche para siempre!

6.10.08

que animal!

Me causan mucha gracia los que exhortan a encontrar la felicidad con formulas preestablecidas. Esas personas me hablan de sus recetas como haciéndome un regalo. Les impregna el olor de la plenitud, solo porque el boy scout que tienen por conciencia les dice que han cumplido con la buena acción de ese día, al haber salvado a “este pibe” de las mismísima garras de la amargura.

Algunas veces les sigo el juego. Cambio la cara, o bien dicho, me calzo la máscara que ellos quieren por dos segundos y hago mutis por el fondo. La mayoría de las veces es el camino más corto para que se calmen y me dejen tranquilo. Algunas otras veces trato de razonarles. Que lo que funcionó con ellos solo me será útil si negamos aquello de que el hombre es único e irrepetible. Que si no conocen la naturaleza de mi pena poco podrán curarla. Que hay cosas que no se curan ¡que mierda! y que esta bien que dejen marca. Etc.

Lo mejor que hago es dejarlos hablar, eso cuando tengo paciencia y tiempo. Con ánimos de defender su tesis, terminan poniendo sobre la mesa una pena supuestamente superada, ¡ojo!, cuando superada es suponer que no le dan pelota. Basta con hincarla un minuto para ver moverse una pena que debería estar bien muerta, hace tiempo ya. Es cuando, si tengo suerte, terminan llorando.

En mi fuero íntimo digo que todos son unos pelotudos/as en potencia. ante lo cual pueden pasar dos cosas: Que se conviertan en pelotudos/as en acto o que sean personas que me interesaría conocer. (Potencia y acto de acuerdo a como lo ve Aristóteles). Ahora bien cuando uno de estos que están en potencia se acercan queriendo decirme como vivir se ponen en acto a velocidades superiores a la de ¡ya!.

Al final termino por suponer que me tienen envidia. No soy vanidoso. Pero si tanta gente no se banca que no ande cual guasón con una sonrisa mentirosa y mezquina es que les llamo la atención. No se confunda, lector atento, no soy un emo. Soy más bien un mal humorado a los ojos extraños.

Nunca, ni de chico, ni cuando era feliz, nunca de los nunca me reía de cualquier cosa. No soy fosforito. Me causan gracia cosas que los demás consideran que no se deben hablar. Me gusta reírme con la gente que quiero. Para algunos hasta soy un payaso. Los demás como ya dije me interesan poco.

Conozco la buenas intenciones de los que se acercan cuando me ven pensando (parece que ser meditante es también antinatural). Les pido que piensen que si quieren ayudarme no insulten mi inteligencia y simplemente déjenme solo.

Confío en la capacidad que tienen los animales. Eso de lamerse las heridas para curarlas o en aprender a vivir con ellas me parece que aplica. Después de todo soy un animal.

¿No?

5.10.08

shakespeare


Romeo: Es tormento y no clemencia. El cielo está donde esté Julieta, y el gato, el perro, el ratoncillo y el más mísero animal aquí están en el cielo y pueden verla. Romeo, no. Hay más valor, más distinción y más cortesía en las moscas carroñeras que en Romeo: ella pueden posarse en la mano milagrosa de Julieta y robar bendiciones de sus labios, que por pudor virginal están siempre rojos temiendo pecar con tocarse. Romeo, no: le han desterrado. Las moscas pueden más yo debo alejarme. Ellas son libres; yo estoy desterrado ¿Y decís que el destierro no es la muerte? ¿No tenéis veneno, ni navaja, ni otro medio para morir rápido, por más vil que este sea? ¿Solo tienes para mí destierro que mata? ¿Destierro? Ah, padre, los réprobos dicen la palabra entre alaridos. Tú, siendo sacerdote, confesor que perdona los pecados, que dices ser mi amigo, ¿tienes corazón para destrozarme hablando de destierro?

4.10.08

poesìa rosarina


De pequeñas memorias como soles enanos
Un silencio tras otro silencio tras silencio tras otro.

Hasta cuando habrá de repetirse la tragedia?
El círculo concéntrico del miedo en la garganta?
Los túneles abiertos a la nada como bocas sin dientes?
El siglo de las bestias acechando lo puro?

La calle aún recuerda el paso de los lobos
el azufre
la ceremonia secreta del abismo.

Sé que desde alguna ventana
más allá de los visillos malheridos
las abuelas me miran...
los gatos ronronean y me miran...
las comadres se persignan y me miran...

y esperan que mis manos de agua laven el rencor
y que extraigan una por un a las espinas de tu frente
y que las clave en el pecho de todos los cobardes,
de aquellos que escupieron el madero más libre,
de aquellos que azotaron tu mirada.

Y habrá de suceder...(Así está escrito)
cuando tengamos el corazón en blanco
y podamos arrojar la primera piedra.

..........ddde Agua de mis manos
Mañana prometo shakespeare