31.3.09

alfosín

¡Qué extraña contradicción Raul Alfonsìn!
Una raza de argentino puro.
Resaremos por él.

22.3.09

Humilde caballero soberbio.

humilde caballero

Conozco un tipo que ensaya, cuando viene a comer, una soberbia aprendida. Con movimientos que no le son propios, quiere que yo le crea que es un gran señor.

Se esfuerza con maneras precisas en el momento justo. Es sin lugar a dudas un alumno aplicado ¿Porqué negárselo? Se disfraza con sus dos celulares y sus sacos de marca. Las callosidades de la manos, sin embargo, no le prestan ayuda, denunciando a las claras que realizaba trabajos manuales. La piel, alguna vez curtida por el sol, desentona con los pañuelos de seda.

Hoy trajo a la mujer y maestra. Ella sí, posee una soberbia aprendida desde la más tierna infancia. Esas señoras erguidas desde el cuello hasta las piernas, como si fueran una sola pieza. De ella le aprende todo. Aún vestida de payaso, esta señora seguiría siendo digna y majestuosa.

Junto a ella, la mansedumbre en él, es natural. Estando juntos, él se conduce de una forma sencilla y moderada. La observa y aprende. Maestra y alumno bailan una danza de maneras y opuestos.

Me queda la sensación que, el humilde caballero, lo que más quiere es no desentonarle a ella, cuando caminan lado a lado. 

16.3.09

anecdotario King Kirin


Ya no puedo mirar con inocencia. No me estoy alabando. Tampoco tirándome abajo. Solo declaro una obviedad, lector atento. Cuando alguien me habla, mas que escuchar la palabra que me dice, escucho las que no dice, me pregunto porque eligió esa en particular, hasta saco mis propias conclusiones de las que pueden venir.

Trabajo, ya le he dicho, en un restorán, donde la mayoría de la gente pasa mientras que yo quedo. Desde mi orilla lo que más hago, cuando me aburro, es mirar a los que pasan.

Ni bien abierto el salón se me sienta en una mesa una cincuentona, elige de la carta una botella de agua. Me pregunto si querrá hielo pero no puedo trasladarle la duda  porque cuando llego a la mesa ella duerme como deben dormir los ángeles, si los ángeles tuvieran una cartera para abrazar. Decido no molestarla.

Entra un viejito que pide una botella de vino, mientras espera, abre una carpeta de cuero que trajo con él, en el interior solo una foto de una mujer que sonríe. La ceremonia me anuncia que el tipo trae a comer con él la foto de la mujer que se le ha muerto. Se demoró nada más que la primera copa para contarme que vive fuera del país, pero que cada año, en esta fecha, vuelve a visitar la tumba de la mujer que falleció hace diez años.

-Este país da asco pero vuelvo por ella.- Sonríe a la fotografía. –Estoy el tiempo justo para ir a verla. Al día siguiente parto.

Mientras termina de almorzar no puedo dejar de preguntarme: ¿Cómo será cargar con la imposibilidad de vivir en la ciudad que guarda los restos de la mujer que amaba? Cuando no se puede manejar el odio es mejor depositarlo en algo externo, en algo que a la vez no se pueda matar. En una entidad.

De la otra mesa, despierta la señora, pide la cuenta y paga.

-Le pago porque cuando se me haga hora me voy. Ahora me sirvo la comida.

Sin embargo se acomoda y sigue durmiendo. Me siento en la obligación de decirle que esto es un tenedor libre, que si no se sirve no va a comer. Pero no se inmuta en este respecto.

Despido al viejo del problema no resuelto. Pienso que el amor es una cosa extraña, verdaderamente.

Mucho por un día, pienso para mí. Suficiente. ¿Será? Sucede que no. Tuve que soportar de un chino descerebrado un instante de lucidez. Si bien no la sacó barata, porque terminó con dolor de muelas, declaró que un soltero puede darse el lujo de malgastar la plata. Esto ante el simple acto de comprar una coca cola.

Soltero: a saber, un tipo que puede disponer libremente de su dinero, cosa que no le ocurre a un casado, que debe pactar con su mujer la forma de gastarlo.

Chino miserable y pollerudo. Buscaba más epítetos pero la mesa-cama me está llamando.

-¿Cuanto es, mozo?

-Usted ya pagó.

-¡Ah! ¡Qué inteligente de mi parte!

-Pero… Todavía no comió… acá tiene que servirse sola la comida.

-Ya se me hizo tarde. Me voy. Chau.

-Hasta la próxima.

Ahora si. Suficiente. 

9.3.09

ca ga dor

El cagador tiene, si o si, que tener las bolas como para buscar fuera de su entorno a quien cagar. Pero si además es un cobarde, no respetará vinculo alguno. O peor. Exigirá que se respete el vinculo a su favor.

Amparado así se convertirá en alguien peor que Judas que, al menos,  buscó una higuera pertinente. Porque si me vas a cagar, siendo que te vi crecer, venite de frente. Escuchame un ratito y hacete  cargo.

Sos el peor cagador, sin familia, sin amigos, sin Dios.

8.3.09

Tres cosas gerontas

Cuando uno es viejo:
-Deja de conerle la piel al pollo.
-Se empastlla hasta para el sexo.
-Es más tolerante con los pecados ajenos.

3.3.09

la que espera, desespera.

Y al recordar la dicha que soñara
mira esa carta que un día él le mandó
pidiéndole que ella lo perdonara
si nunca más volvía... y no volvió...

Una lágrima (tango)

Ponga en una mesa dos tipos, un cincuentón y un treintañero. Hágale escuchar el tema “la historia de María” de los Pimpinelas. Pregunte si les suena en algo la canción.

Cincuentón: ¡Penélope!

Treintañero: ¡El muelle de san blás!

Déjelos discutir, si le divierte, sobre las valías de los temas, géneros y autores. Sígame de todos modos por un rato, lector atento.

Puesto a pensar, lo primero que sale decir, es que en este siglo ya no hay Penélopes que tejan y destejan las mortajas de  sus Ulises ausentes. Déjeme que le diga que no lo sé. Habría que hacer un estudio mas minucioso pero puedo admitir que ya pasa menos por las reglas actuales entre los enamorados. Ahora bien, si lo próximo que está por decir es que las mujeres ya no esperan a los hombres es ahí donde nos separaremos de caminos, lector atento.

Las mujeres de este siglo se habrán liberado  de muchos tabúes y limitaciones, pero yo digo que no dejan de esperar. Y es más, resulta más complicado porque esperan a alguien que no se ha ido. Esperan del hombre algo que el hombre no puede darle.

Los hombres,para poder estar con ellas, prometemos intentar ser los que ellas quieren que seamos. Y ellas se avienen a esperar. Pero el hombre tiene en su naturaleza al Vikingo. Toma lo que necesita y si no lo tiene se arregla con lo que hay. Cuando todo  se acaba busca otra aldea para asolar.  La mujer en cambio tiene otras expectativas y sueños. Se establece y siembra. A veces cosecha y vuelve a sembrar. Ambos se expanden hacia el futuro pero por distintos caminos. A veces esos caminos se juntan. No se demore haciendo juicios de valor, lector/a atento/a. Pasa.

Borges decía que uno nunca vuelve a ninguna parte porque todo cambia y uno nunca es el mismo cuando regresa a un lugar que tampoco es el mismo. Penélope, la de Serrat, se vuelve loca y le dice al tipo no sos el que espero. ¿Cuantas veces le pasa, lectora atenta, que el tipo viene contento a usted porque piensa que logró hacer algo que la haga feliz cuando en realidad es una pelotudez? No es el que usted espera.

Es una tragedia gigantesca. Los tipos no podemos darles lo que ustedes esperan. No me pregunte porque. Yo no le sé. Es un horrible misterio para mi. Sin embargo veo a todas las mujeres que me rodean que esperan algo de sus hombres y veo en ellos la incapacidad de darlo. Y como la Penélope de la canción se vuelven locas. Ojo también me pasa. No hablo desde afuera.

En el mito Ulises vuelve. Recuerde lo de Borges pero digamos que vuelve. Puede decirse que Penélope acepta con paciencia y amor lo que vuelve. Elige.

Dígame que es feliz, lectora atenta.

penelope

2.3.09

de la vida misma…

put

Seguramente fue bautizado con fe y amor. Pero a la hora de elegir el nombre nunca se imaginaron los padres que podían perder los estribos y proferir en un restorán una frase de este grosor:

-¡Jesús! ¡Pendejo pelotudo vení paraca! ¡Te voy a romper todo lo que se llamacara! ¿Mentendiste Pu ti to!