17.11.06

Mica

Comparto con Micaela un mismo padre y una misma madre siendo ella la única en el mundo con la que pasa esto. Tengo otros hermanos pero de madre o de padre. Medios hermanos que se les dice.
Comparto con Mica una infancia triste; terriblemente triste. Negados de padre y madre hasta mis diez años ni siquiera pudimos tenernos el uno al otro. Negados además de alguien que ocupe ese vacío. Crecimos rodeados de mezquindades y colmados de privaciones (¡oxímoron!).
¿Compartiremos haber superado esta etapa en paz? El tiempo lo dirá.
Comparto con ella la imposibilidad de entender a La Laura. ¿Cómo puede ser que habiendo sufrido tanto sea tan inocente? ¿Será inocente?
Compartimos el amor a los libros.
Comparto la facilidad de decir la verdad constantemente y la vez guardar grandes secretos. Humildemente.
Compartimos mi hermana y yo la necesidad de interminables charlas y la vez la de poder entendernos solo con mirarnos. Créame.
Ambos creemos en Dios. Ambos cuestionamos a Dios.
El humor negro. Ni hablar.
La soberbia. Dicen.
Astigmatismo. Si.
¿Cuantas cosas no?
Cosas importantes a mi modo de ver. Pero no determinantes. Quizás estas cosas y otras muchas solo sean consecuencia de o causa de pero lo cierto es que hay algo más.
Compartimos eso de querernos muchísimo. Y compartimos que es una decisión de adultos. Que no pudimos conocernos de chicos y que cuando nos conocimos nos ignoramos por algún tiempo más. Tan ocupados estábamos en nuestras vidas. Pero las trampas de Dios son tremendas y en cierto momento de la vida nos encontramos luchando juntos para asegurar la tranquilidad de Camila. Y empezamos a hablar y empezamos a conocernos y nos empezamos a querer.
No se puede amar lo que no se conoce.
Esa es una importante enseñanza que aprendimos juntos. En una de esas la primera cosa que aprendimos como hermanos. Valió la pena.

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