27.6.07

carita


La narrativa tiene algo de lineal en lo que refiere al tiempo que no admite la interposición de escenas. Los que e voy a contar pasó de una manera simultanea es decir que corrieron juntas en una misma marca de tiempo.
Estábamos en un café tomándonos Ximena un té y yo una coca cola, ella hablando por los codos con su acento extranjero y yo distraído pensando. Me esforzaba por escucharla pero no era el mejor momento. A veces me pasa. De pronto levanto el vaso y veo que queda una marca en la mesa. Una carita sonriente, esta que le muestro ahora, lector atento. Y mientras buscaba el celular para sacar la foto me doy cuenta que se había hecho un silencio.
-No escuché la pregunta –fue mi defensa automática.
-Te hablaba de cómo se conocieron mis padres. Pero por lo que veo te llamaron por celular.
-¡No! Estaba por sacar una foto. ¿Viste la marca que quedó?
Pero me miraba a los ojos no donde yo le señalaba como una profesora que ha encontrado a un alumno en falta. En fin. Me volvió a contar la historia de amor a primera vista de sus papás. Y se quedó esperando que yo le contara la de los míos. Pero todavía espera.
No le pude explicar que no todos somos productos de historias de amor románticas. Que con algunos, lector atento, los padre solo fueron dos desesperados que huyendo de la soledad unieron sus vidas y huyendo de la soledad nos convocaron como si fuéramos agentes de compañía. Me costó demasiado la idea de desesperarla en cuanto al romanticismo. Aunque ahora que lo pienso solo le hubiese estado abriendo los ojos a otro tipo de romanticismo. En fin
Cuesta imaginar a Román en actitud escapatoria, tan recia era su estampa pero la verdad que durante toda su vida no hizo otra cosa que correr espantado por el terrible miedo a la soledad. Uno que quizás heredó a su simiente.
Pero pongamos a esto el mato de una carita feliz.

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