14.6.07

clavo

La teoría del clavo, lector atento, es estadísticamente el remedio recomendado contra la pena amorosa. “Un clavo saca a otro” viene a ser la metáfora que resulta de teorizar sobre el acto práctico de llenar el vacío que deja una persona en la propia vida buscando rápidamente a otra persona.
Como si resultase lo mismo una que otra.
Como si el amor fuera un acto de la voluntad.
Pero además se pide implícitamente la ejecución de una canallada ¿Te gustaría, lector atento, ser el segundo clavo? ¿El clavo de la tristeza? Sospecho que no. Queda en el aire el olor de un abuso en el buen sentido del término. Yo siento que es usar a una persona. Cuando uno ama aspira ser para el otro la criatura prioritaria, única e inaugural. “A nadie quise como te quiero a vos” podría ser la traducción de esto que digo; la que uno espera. Duele no serlo y descubrirlo por más maduro que uno sea, por más callosidades que uno haya preparado, por más entrenado que uno esté en las batallas amorosas, por más lógico que uno pretenda ser. Es muy probable que puesto a encontrar a alguien uno entienda que es difícil que se lo encuentre virgen pero una vez enamorado la razón toca de oído. ¿¡Qué se le puede hacer!?
¡Ojo! ¡Levanto la mano, lector atento! Hablo de lides amorosas y no sexuales. Situaciones ambas que a veces caminan a la par pero que no son las mismas. Dependerá una de la otra sin dudarlo, se alimentará una de la otra pero cada una posee leyes propias, pero cada una pergeña su propio escenario.
Tampoco se debe decir, lector atento, que una relación que llega después de que uno a superado ya la pena de una anterior sea “el otro clavo”. La diferencia reside en que la persona actual no es reemplazo de nadie sino alguien nuevo. En caso de que no haya habido búsqueda no hay reemplazo y sobre todo si uno acomodó su vida y superó está listo para volver a empezar. En fin.
¿Qué le parece lector atento? Todo esto para decir que conozco a una que se me ha propuesto como “ese clavo”. “Ser la que te ayude a olvidar” fueron algunas de las palabras. Pero yo no estoy listo para hacerlo sin sentirme un mal tipo. Por todo lo que le vengo diciendo y sobre todo porque no puedo y no quiero olvidar. En fin.
Perdonenme.

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