12.10.08

sobre grados

Siempre sobre todas las condiciones existen grados. Tomo, para decir esto, un solo hilo de un entramado complejo  con la única intención de hacer un poco de filosofía de dos pesos. Estoy interesado en discutir con cualquiera la importancia de los “grados”. Es que cuando es fácil en el humano servirse de palabras o expresiones cortas para definir a otro humano, los “grados” de vuelven importantes.

No voy a rasgarme las vestiduras, lector atento, y tampoco pretendo que usted lo haga. La generalización (de eso se habla aquí) es un habito de la pereza en el que también incurro. Pidiendo disculpas pero lo hago. Los argentinos, si somos apurados, usamos cuatro o cinco convenciones para opinar sobre un tercero, e incluso de un segundo en su propia presencia.

-Sos un buen tipo.

-Es una mala persona.

-¿Ese? Un pelotudo.

-Cuidate ¡es una hija de puta!

-Ni fu ni fa.

Con estas frases o variantes de las mismas se hacen catálogos completos de diversos ámbitos. Y hasta cierto punto funciona de acuerdo a la opinión que se tenga del que opina. Porque eso se suma a la hora de escuchar opiniones, sobre todos si tenés dos dedos de frente. Todos opinan de todos y lo que resulta peor, se deciden cosas de acuerdo a rótulos que se pegan en la frente de las personas.

Por eso los “grados” se vuelven decisivos. Usted sabe lector atento, como sabían los presocráticos, que una persona es en realidad una combinación espontánea de ciertas cualidades que lo impulsan a hacer lo que hace. Podría decir virtudes y defectos pero no voy a hacer juicios de valor ahora. ¿Quién soy? ¿Por qué hacerlo? Lo importante es que lo que hace uno ayuda a los de afuera a definirlo o a hacerse una idea de cómo es. Busque su biblia, “al árbol se lo conoce por sus frutos” (Mateo 7, 16).

Yo me arriesgo en decir que uno es, de acuerdo al momento y al ambiente, un poco de cada cosa. Un hijo de puta y un gran tipo pueden convivir en la persona sin que esta explote. Un entramado complejo ¿me entiende? Pero sigamos por el hilo que empezamos.

Un poco pelotudo no es lo mismo que muy pelotudo. Así lo asumimos. Un poco pelotudo puede ser hasta adorable pero el “muy” ya convierte en insoportable a cualquiera. Hasta los muy buenos son esquivados. De acá me sale decir que los grados son importantes cuando se habla de una cualidad de un prójimo. Lo veo como una obligación moral adjetivar cuantitativamente el sujeto.

Me gusta ver como algunas personas trabajan para atenuar una cualidad muy marcada. Sobre todo a los hijos de puta que cuidan al otro de si mismos. Los que me pagan la cuenta antes de empezar a comer por miedo a verse tentado a irse sin pagar. A los que cuando escuchan decir te amo nunca responden yo también. Los envidiosos que no se hacen regalos a si mismos. Es como cuando un pintor le agrega blanco a un color puro.

Trabajan sobre si mismo copiando el empeño de los escultores para quitar lo que sobra. Atado a los genes le viene la hijaputes pero se rinden a ella tomando recaudos. Algunos eligen lugares donde poder descargarse. Otros, personas con quien ser como son (¿Cuántas relaciones desastrosas se basan en este error?). Pulen. Como pulen los buenos para ser mejores, solo que empiezan a escalar desde más abajo. En un punto los respeto.

No me quejo si metiendo la mano en su jaula los osos me la arrancan. Será que pienso que uno tiene que ver bien. Que tiene que preguntar los grados cuando lo advierte sobre otro. Y sobre todo que escuchar las advertencias tácitas que una persona hace sobre sí mismo.

Yo sé que pareciera que estoy tratando de justificarme. Porque en mi trabajo, por ejemplo, me tienen por hijo de puta pero es que no me conocen. No hablo de mí. Hablo de otros que veo pasar allí. Por King Kirin pasa un  gran muestreo de la sociedad moderna todos los días que abrimos al público.

Ayer un pibe trataba de hija de puta a una piba. –Lo que me hiciste no tiene nombre –le decía –te creí y me cagaste.

Se levantó y se fue.

-¿Cuánto te debo? –Me preguntó ella –Yo nunca le dije que lo amaba –se justifico mientras buscaba la plata, sin que yo la interrogase, más hablándose a si misma que a mí.

Pensando en todo lo que ya dije solo pude decirle.

-Está todo bien, le fuiste leal. Vos serás un poco hija de puta pero él es un completo idiota.

 

1 comentario:

Math dijo...

se me hace que tu trabajo es mas divertido que el mio...