17.10.08

consideraciones húmedas acerca del amor


Está el vaso de agua y esta la lluvia. Distintos momentos del ciclo de un mismo elemento. Solo agua ¡verdad se ha dicho! pero una cae del cielo, lector atento.
La lluvia se parece al amor en eso de que si uno sale de la cueva, cuando el amor pase sí o sí se va a mojar. Tomando contacto con ella, la lluvia va a empapar. No hay forma. Permaneciendo en la cueva se podrá opinar… desde afuera, pero los que están mojados juntarán las yemas de sus cinco dedos solo para cuestionar al que opine seco.
Es cierto, inventados están ahí los miles de artilugios para no mojarse. Ninguno sirve al cien por ciento. Y si hubiera algo, sería tan incomodo, tan aislante que solo sería una cueva portátil o un impedimento para tocar a otro que es lo más divertido de participar de la tormenta… o del amor. Perdida de tiempo.
Ya bajo el agua cualquier certeza puede patinar porque el terreno se vuelve resbaloso, cuando no barroso. Es en vano maquillarse para una noche de lluvia. El agua todo se lo lleva. Tarde o temprano lo que uno es quedará expuesto a los ojos del otro.
Lógica imbatible que una lluvia es más grande que un solo hombre, e incluso que muchos hombres juntos. Pero cualquiera debe saber que no todos están bajo ella, y que no todos quieren estarlo. Aunque duela es así.
Abrir las manos intentando atraparla es un lindo juego inútil. Nada que hacer. Aprender que la piel es mejor que las manos es madurar. Aprender que con solo la piel no alcanza es madurar demasiado.
La lluvia también se acaba. Ya con el cielo limpio los que disfrutamos de estar mojados caminaremos al sol otro que se parece al amor pero de otra forma.
¡Rajos y truenos! ¡que cursi!


Inspirado en Matías caminador bajo la lluvia. ¡Pobre!

2 comentarios:

Math dijo...

que hermosa comparacion del amor amigo salvador. La libertad de estar fuera de esa cueva es lo que nos hace humanos.

la maga dijo...

amm!! que limdo che!! ni tan cursi.