7.9.07

mc

“Que no hay que confundir valor y precio” Serrat.
Que interesante que es, poder entrar en un supermercado; citemos como ejemplo el Día de Nazca; romper (por bruto que uno es) una botella de algo, digamos que un New Age; sin sentir miedo a no poder pagarlo. ¡Qué interesante que es, lector atento!
Sin paciencias me dirá que con lo que acabo de decir, no hago otra cosa que coquetear con la soberbia, yo, que me vendo de muy humilde. Admito; pero intento una explicación, ahí nomás sobre el pucho. Hay cosas que se pueden pagar y otras que son impagables. Una botella de licor rota en un almacén grande, es algo que se paga con dinero. Resulta muy grato no tener que preocuparse; consumada la macana, porque hay plata como para decir:
-¡No hay problema! Je je. ¡Que bruto! Por favor limpien aquí, que yo lo pago. Cuidado con los vidrios. Gracias. ¿Dónde lo pago?
Se siente uno maduro y seguro de sus cosas. Hasta de sus peligros minios.
Ahora. Yo tenía un patrón, allá en Salta, que, parapetado detrás de su bigotito y su sex a peal canchero, decía que a Él le sobraba espalda para mandarse una o dos cagadas…grandes. Hoy sé que andando aprendió de la vida algunas lecciones de límites y limitaciones. Y sé también que eso era Soberbia, porque este tipo se pensaba que el precio de todo era monetario. Y no.
Hagamos la publicidad de mastercard.
La botella costaba once pesos. Dinero que se puede pagar. La loca empezó a decir ¡no viene conmigo! Y a reírse. Ya en la casa se lo conté a la madre y se rieron madre e hija de mí.
Eso es impagable.

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