5.10.09

… Por la Vereda Cósmica…

Cuando me desperté me sentía como si tuviera que enterarme de algo. Puse internet en el celular y la noticia era común a todos los medios de Argentina. Murió Mercedes Sosa. Supe para mí mismo, que iba a volver a escribir acá después de tanto, lector atento. Justo hoy, el día del silencio eterno de Mercedes.

A ver.

Crecí en un pueblo del sur de Salta. El folclore está en el aire desde el punto de vista que se lo produce y se lo reproduce. Cuando era estudiante, de los que hacen caso asistiendo a los actos escolares, de los que solo logra obtener el respeto de un niño de ocho años, escuchaba a los folcloristas; parado, observando rigurosamente la distancia entre compañeros y vestido de fiesta (corbata azul; guardapolvo blanco). Para el viejo Barragán, dueño de los discos y del equipo de audio, Mercedes era repertorio obligatorio. Le hablo de tiempos de discos de pasta y de bocinas de chapa, lector atento, pero La Negra Sosa ya era La Negra Sosa. Ahora bien, si bien Barragán padre fiscaliza el crecimiento de raíces de geranios y afines; Barragán hijo es dueño de una radio. Me juego la cabeza que en esa radio hoy sonó “Gracias a la vida” con esa voz de mi infancia.

Es que hoy, desde que desperté y hasta estas nocturnas horas que no concilio el sueño, me siento visitado por los recuerdos infantiles. No logro precisar, porque las precisiones me son esquivas nomas, si es una visita que me agrade. De última no importa tanto eso sino que la Voz de América se deslizó por otra Vereda Cósmica.

Me queda, Rivotril mediante, dormirme al niño. Acomodar la muerte de otro icono de mi vida y seguir. Poner Cantora en el ipod. Seguir mañana.

No mucho más.

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